miércoles, 12 de septiembre de 2012

LA DAMA CARMESÍ.

Noche tormentosa de sueños sin terminar en una casa vacía ya por el tiempo, turbado por el intento de dormir bajo un cielo furioso, tras unas sábanas pegadas a la piel, con su respiración visible como pequeños y diminutos cristales, y aunque la oscuridad cubría cada rincón de este ya extraño mundo estas brillaban al salir del cuerpo con entrecortadas bocanadas.

De pronto turbado por la imagen de algo que olvida al instante se lanza hacia delante lleno de sudor y el corazón lo suficientemente agitado para matar el espíritu de valentía de cualquier dragón, como salido de un foso de agua fría un ser del que no soy capaz de recordar su nombre ni rostro al fin despertó, con el recuerdo apenas palpable de alucinación (pues solo así se le puede llamas a este hecho y no sueño como se acostumbra) que lo arrebato de forma tan violenta y abrupta de su letargo.

Y finalmente despertó con su sudor pegado al cuerpo como un tatuaje a pesar del obvio frio marcado por su respiración. Creyéndose a salvo de esos ojos color sangre marcados en su memoria como único echo seguro del universo en ese momento, solo esos ojos existían en este mundo, su mirada de reproche y muerte, entonces se agazapo sobre sí mismo tomando sus piernas y pegando sus rodillas a la cara, y creyendo estar a salvo tembló y lloro sin entender porque.

Mientras el yacía como sintiéndose nuevo en este mundo lleno de crueldad, las sombras que ahora cubrían todo de forma arrogante y triunfal se fueron escurriendo detrás de todas las cosas, como si temiesen a lo que se aproximaba. Y mientras él no lo observaba sin ninguna prisa y de forma casi imperceptible, una luna se fue posando en su ventana primero solo una pequeña curvatura en la esquina superior de su ventana y luego cubriendo poco a poco su trayecto, escondiéndose detrás de las tormentosas nubes como un asesino que teme ser descubierto al entrar a la casa de un extraño, al final cuando su trabajo estaba echo las nubes también huyeron y ella brillo con furia de un amarillo intenso acercándose al rojo, como un enorme ojo lleno de ira, y no fue hasta entonces que nuestro personaje al fin dejo de sollozar y escucho el silencio y vio la extraña luz.

pesa

Observo la ventana de forma confusa creyendo que solo era una broma de una mente llena de reciente pánico, sin embargo la visión no desistía si no que se intensifico y tras la intensa luz se fue materializando como si fuera humo una extraña forma –“solo es la sombra de una nube posándose sobre la luna” inocentemente pensó para consolarse- pero esta cobro la forma del contorno de un enorme perro el que abrió los ojos de un golpe, y ahí estaban esos ojos carmesí que casi había logrado olvidar, pronto las enormes orejas se fueron escondiendo detrás de su cabeza y la sombra se alargó tomando la silueta de una persona y a pesar de que la luna solo permitía distinguir una sombra con esos ojos brillantes y llenos de pesadillas pudo distinguir de pronto una enorme sonrisa.

Lleno de terror por lo que prometía esa sonrisa, voltio la cara pero esos ojos acompañados de la sonrisa no abandonaron su vista como el destello de una lámpara vista demasiado tiempo, y ahora esa sonrisa estaba en su cuarto acompañándolo, se apartó un poco hasta una silla que se mantenía próxima a su escritorio de trabajo y está sin un cuerpo encima dio una vuelta y el cojín pareció hundirse y tras esos enormes ojos que ahora parecían más divertidos que enojados una sombra de humo comenzó a dar forma un cuerpo femenino.

De pronto lo supo, ahí estaba su sueño que lo acababa de despertar y sabía a quién pertenecía ese rostro pues no había dejado de pensar en ella desde hace ya dos semanas, Susana la linda muchacha que había amado hasta que murió, y aun la ama por supuesto pues su ausencia no había hecho más que aumentar ese sentimiento, como un cuchillo de hielo que crecía más y más en su corazón conforme este se enfriaba. Pero lo que ahora le sonreía de forma tan espeluznante sin quitarle esa vista de fuego y sangre no podía ser Susana, pues ese no era un ser dulce si no uno demoniaco, esos ojos, esa sonrisa y el cabello habían cambiado, este último apenas había podido apreciarlo era totalmente blanco como la plata, además Susana ya estaba muerta.

Así que una extraña esperanza se apodero del, esto era solo una pesadilla más en la que pronto despertaría igual de aturdido y confundido como acababa ya de hacerlo, sin embargo la ilusión seguía ahí y le producía un dolor inmenso solo estar atrapado en ella, sentía el frio, el sudor corriéndole por el cabello y un sabor metálico en la boca.

De pronto la aparición del pasado que tenía enfrente alargo aún más su sonrisa mostrando todos sus blancos dientes y ahí fue cuando un terror inexplicable se apodero de él, pues pudo ver que este extraño demonio poseía unos enormes colmillos, parecían tener brillo y voluntad propia, entonces al ver la cara de terror dejo de sonreír y enmarco las blancas cejas.

- Amor mío, ¿Cómo has podido abandonarme? , yo morí por ti y regrese por ti- dijo la aparición de Susana con una vos extrañamente tenue y rasposa, y pudo ver que sus ojos perdían cierto brillo como y entendió que estaban húmedos- Solo deseo ser el aire que te haga vivir todos los días, ¿Qué acaso es mucho desear eso?

- Si… si lo es – la garganta se le seco de inmediato al pronunciar semejante frase, sabía que esto la aria enojar, pero en el fondo de su ser entendió que era la respuesta que debía dar.

- Me duele profundamente lo que me obligas a hacer, amor mío – ella se levantó de su silla, de forma muy grácil, y de pronto de forma imprescindible para la adormilada vista ya estaba sentada en la cama a su lado.

Lo tomo del cuello y le dio un pequeño beso en los labios, el contacto era frio y seco, pero en ello había un encanto que no pudo describir, se dejó tumbar, su corazón por fin se detenía y ahora ya no importaba nada ya no quería despertar y así fue, cerro sus ojos con ese último beso yendo a dormir para jamás despertar.

J.Misael

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