sábado, 21 de enero de 2012

Al grito de guerra.

Víctimas de una guerra sin fin, pues atrapado en el tiempo me quede pescado en ese momento donde el oro se paga con la sangre de quien pelea y se lo queda el que se sienta.

De la mano nos tomamos, pues el miedo ronda nuestra nuca, pues la muerte nos compaña en cada incursión, nos respira al cuello, repite el discurso de cada día, nos da valor y nos pone al frente de la fila.

Nuestro mundo se ha vuelto tan oscuro que cuando uno de nuestros hermanos revienta creemos que es solo la lluvia, tanto dolor se ha vuelto tan común que nos ponemos a carcajear pero al final del día quisiéramos lloriquear.

El viento sopla entre la lluvia de la selva que nos quiere derrumbar, cumplimos con la orden de jamás dejar de marchar.

¿Por qué quien proclama la guerra jamás viene a pelear?
Las ideas no matan sino los hombres quienes las portan.

Siempre en la misma tierra, ya sea desierto o selva, pero siempre en el mismo hogar.

Hermanos contra hermanos, al final es la misma sangre la que se derrama, al final los dos fuimos pobres y el amo nunca vino a ayudar.

Ayer morimos, hoy nos recuerdan y mañana nos olvidaran.

J.Misael

No hay comentarios:

Publicar un comentario